Las normas que gobiernan el mundo laboral están cambiando. No solamente se nos valora por nuestra inteligencia, experiencia o formación, sino también por la manera cómo nos relacionamos con nosotros mismos y con los demás.

Estos nuevos criterios centran su atención en las competencias que definen a la persona con inteligencia emocional:

Cuando una organización aplica los principios de la inteligencia emocional consigue desarrollar las competencias laborales y creativas de su equipo humano, reduciendo las bajas laborales, minimizando el estrés de sus colaboradores, adaptándose mejor a los cambios, fomentando una dirección más flexible y efectiva, además de una respuesta más competitiva para sus clientes.

Todas las personas pueden mejorar su inteligencia emocional en cualquier momento de su vida o de su carrera profesional. Una de las formas más eficaces de favorecer el desarrollo de competencias emocionales es mediante un proceso Coaching, a través del cual, mediante el apoyo de un/a Coach, el cliente va generando un proceso de cambio a partir de sus propias necesidades.

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